lunes, 2 de marzo de 2009

El valor de lo impagable

A menudo tenemos flashback sin saber porque, tan solo aparecen (más bien re-aparecen) desde lo más profundo de nuestra maltrecha mente para traernos a la memoria algo que nos ocurrió en el pasado. Estos recuerdos los podemos dividir en dos clases, los buenos y los malos momentos (es bastante lógico ¿no?) que pueden aparecer en circunstancias oportunas o inoportunas. Os pondré un ejemplo:


Oportunas: Un buen momento recordado en tu casa, es oportuno, o de cervecitas con los amigos que hacen parecer principios de frases épicas como –Ostias, ostias ¿os acordáis de cuando…? Hasta aquí no puede haber muchas dudas, ahora bien nos encontramos con el otro tipo de flashback.

Inoportunos: Aquí podemos sacar muchos tipos en circunstancias muy diferentes, pondré algunos ejemplos que seguro habréis vivido todos.

-Acordarnos de ese pedo mañanero, de ese que se levantan las sábanas para olerlo (los seres humanos somos así de guarros, pero es como lo de mearse en la bañera, nos reímos de Mercedes Milá pero todos lo hemos hecho) cuando estas solo por la calle y te entra la risa floja que no puedes parar aunque el resto de la humanidad piense que estas volado de la azotea.

- Estar en un funeral y acordarte de alguna fechoría que has hecho con el difunto y claro te ríes. En esta ocasión quedas como un puto sádico sin sentimientos.

-Estar follando y acordarte del último chiste que te ha contado tu colega del alma, obviamente empiezas a descojonarte. El único inconveniente es que esa noche tienes que acabar haciendo un 5 contra 1, pero ¿y lo que se ríe uno?

No se, podría seguir con algunos ejemplos más, pero me gustaría contaros un flashblack que me acaba de venir en uno de los momentos del día en los que uno piensa más. Efectivamente me refiero al ir de vareta, al plantar un pino, a la de jiñar, evacuar... y un largo etc ya que el español es un idioma muy rico a lo que guarrerias y tacos se refiere:

Para contar este flashback nos remontamos a una noche del año 1996, siendo yo un niño que se encontraba de vacaciones en Madrid con sus tíos. Pues bien, esa noche estaba con mis tíos en una inauguración de un bar de unos amigos y las horas pasaban entre copas para los mayores y tristes coca-colas para mí hasta que solo quedamos 4 personas en el bar, mi tia, un hombre muy, muy borracho que hablaba mucho conmigo, la camarera y yo. En una de las incoherentes conversaciones que intentaba mantener conmigo saca un mechero Zippo y me dice.

-Chaval, este mechero perteneció a mi abuelo que murió en la guerra civil defendiendo los ideales que tenía y que unos hijos de la gran puta le querían arrebatar. Y no sé, quiero que lo tengas tu, pero con la condición que lo cuides siempre y lo lleves siempre encima y defiendas lo que este mechero representa.

Claro yo siendo un renacuajo de 9 años, entendía más bien poco de todo aquello, aunque es posible que me marcara subliminalmente ahora que me paro a pensar. Yo no sabía que me había dicho ese hombre, pero yo cumplí la promesa de llevarlo siempre encima. Pasaban los minutos y ese acto sentimental había mermado la labia del borracho que hasta hacía 4 horas no conocía de nada y en ese momento me regaló un mechero de 50 años que había ennegrecido pulmones de 3 generaciones diferentes. Yo lo veía reflexionar y pasarse mucho las manos por la cabeza, y con ganas de decirme algo, que no se que podría ser, realmente ese tío me daba un poco de miedo si os digo la verdad. Hasta que finalmente se decidió y dijo una de las frases que más me pudo marcar por aquellos años.

-Chaval, he pensado mejor y… ¿Si te doy 5.000 pesetas me devuelves el mechero?

Y he deciros amigos, que yo nunca he tenido un Zippo… Y una vez tuve en mis manos un billete de 5.000 pesetas, de los de la cara de Colón...que tiempos.

2 comentarios:

  1. =)

    en serio cada una de las entradas me gusta más que la anterior! hoy me lei la del truco que se me habia pasado y vaya vaya!!

    <3

    ResponderEliminar